lunes, 2 de mayo de 2011

Dear Bob

Desdeña todo acto de bondad y arrastra sus pies cual signo de impiedad trémula. Parece no temerle a los escarmientos, a las guerras ni a los ancianos lastimeros que aguardan al fondo de los cajones... futuros cercanos para él no existen. Tañe la guitarra y de los vestibulos sale un millar de monstruos, informes, mascullando en idiomas varios, adhiriendo a ideologias ácratas, feroces, violentas. Se enfada con ellos, los recoge tomándolos de la nuca cual cachorros hambrientos y los introduce en su cabeza, tararea, en su belleza diezma el más tortuoso lamento, hasta Orfeo calla y oye, hasta las sirenas cesan el movimiento de sus colas marinas y oyen, el todo se detiene y oye.

Décadas pasan y aún oyen. Perdurabilidad no le cabe, sólo eternidad. 

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