miércoles, 10 de agosto de 2011

Simple twist of fate

Los pies sintiendo miles de agujas bajo las plantas, las manos atrofiadas, adormecidas totalmente, el tacto cerrado a toda insinuación de vida, los labios henchidos de sangre, quietos, entumecidos. Tiemblo, como la tierra, herida de memoria, purificada de oxígeno. Un mantra resuena allí lejos, acariciando suavente mis oídos.Temo una pérdida, quizá parí un recuerdo frustrado, un mal inicio de cuentas, una relación partida. Me recuesto y aún estoy ahí, presente. Respira, mi yo respira al fin.
Agradezco estar aquí.

viernes, 8 de julio de 2011

Mi anima mundi

Si la totalidad del mundo cupiera en mis manos, ahuecadas, redondas, perfectas. Si en mi frente, mi ojito subliminal hablara en mi mismo idioma y con sus pestañas laureadas indicara el sendero de los brujos. Si mi coronilla incendiara las tristezas noche tras noche y acallara la negociación del diablo y sus conjuros. Si mi corazón tuviera el brillo de un imán para atraer a las almas que compartan conmigo la plenitud de la vida y la curación kármica pertinente. Si éste anima mundi si manifestara a los demás tan plenamente como se me dibuja en sueños… dentro de esta taza de elixir abundan las sospechas, sin embargo, sólo por hoy, suspenderé la incredulidad y abriré la puertas a esta realidad mágica.

lunes, 30 de mayo de 2011

¿Una clase de conciencia o una conciencia de clase?


-¡Señor! por allí no puede ingresar.
-¡Le suplico que por favor me deje pasar, pues es el décimo día que vengo! Mi casa... tan lejos, por los barrancos, ahí donde siempre se suicidan los jóvenes sin empleo, sin esperanza, sólo esa silla que ustedes les dejan de recuerdo, sólo esa silla en la que apenas caben tres caderas... sus familias, sabe, son tantos y muertos de hambre ellos... en especial los niños que se le cuelgan de las piernas, imperceptibles, los siente si con sus dientes de leche le muerden los bolsillos en busca de pan, si los dedos cazan palomas y las hacen chillar cuando el cuello les cortan... cubiertos de rojo, señorita, debiera verlos... ¡los pies descalzos, el barranco, luego el acantilado!... ir deshaciéndose de los pequeños en el camino, de todas maneras caerán, sus fuerzas de semanas desnutridas y malas ganas, malos bichos que les pican en los huesos... en los huesos, señorita, debiera verlos... No soportan el largo trecho que el padre aun muchacho recorre, indagando en los rincones de los cuchillos y los bares la salvación divina que otra vida le diera... señorita, debiera verles la desesperación muda cuando al horizonte miran, con un estremecimiento lejano que les cala profundo en la sien, con la nostalgia de una existencia apremiante y feliz que jamás han experimentado…
-Disculpe, no puedo oírlo ahora... ¡usted!, la mujer de verde, no entre por ahí, por favor, espere.
-Le suplico que por favor me deje pasar. Tengo que comunicarle al dueño de esto que su plan no funcionó. La gente ya no sabe a qué aferrarse, se le resbala de las manos la gloria de un momento detenido en la eternidad... no piensan más que en sus estómagos y las ilusiones son simples palabras bonitas que los poetas cantan cuando en las calles vuelan serpentinas y gladiolos. Señorita, debiera verlos. Yo los observo día y noche y le afirmo con la furia que contenida en mis ojos se derrama al despertar, señorita, le afirmo con la incompetencia que me ciega de sudor y oscuridad, y ansias y grito... que esto ¡NO FUNCIONÓ!, dígale al señor dueño que su plan... ¡fracaso!, ¡basura!, ¡dominio inhumano!
-Disculpe… yo le entiendo, la burocracia es así, señor, córrase del camino... regrese mañana, quizá ya no hayan tantas quejas insólitas como la de usted ahora que pretende hablar con el señor dueño. ¿Es que acaso -y sea honesto por una vez- no se ha dado cuenta que “el señor dueño” somos TODOS nosotros? ¡No se tape los oídos!, vamos, hombre, que usted lo habrá pensado, ya lo meditó, lo reflexionó en sus noches de insomnio, sólo que le resulta extremadamente siniestro ese dictadorcito suyo ahí bajo las sábanas que manda a su mujer y en la periferia crea la célula. Cuando ve que los muchachos esos que van deshaciéndose de sus hijos en el camino a la muerte,  mientras su memoria saca fotografías del futuro difunto por si luego aparecen por el barranco las infantiles calaveras, los diez críos del cadáver, toditos parecidos a él... los detiene, les dice, ¡su papá huyó, no lo encuentren! y los hecha de su jardín si le roban frutos, si le arrancan las rosas y se regodean de placer con el aroma de su niña, muchacha vestida, endiosada, perfumada y bien comida. Si hasta asco le entra al ver sus manos mugrientas de polvo de arcilla tocar su puerta, usted mismo los detesta en secreto, murmurando por la bajo, augurando su cacería ¿Qué viene a reclamar, señor? Somos todos jueces y parte del plan disfuncional, inútil, ese plan vergonzoso de pobreza extrema, de pueblos miserables que conocen la bajeza de la “moral” política en persona, y les dan la mano y les dicen, prometen, escupen y pisotean… Hágame el favor y váyase…

Con la cabeza gacha regresó a su hogar y se apostó frente a la ventana. Aquella tarde vio cómo se arrojaban al mar cuatro padres de familia y dos mujeres con los niños aferrados a sus pechos. Sollozó tristemente hasta que alguien tocó a su puerta y pidió tomar una manzana del árbol de su jardín. Accedió, atento a la mirada de dios y de los santos y feliz por el paraíso que le aguardaría tras tamaña acción caritativa.
Durante los siguientes días fue aumentando gradualmente el caudal de miserables que se acercaba a tomar su correspondiente ración de fruta; el sexto día, Antonio, ya harto de su generosidad y furioso al observar cómo un par de individuos se paseaba frente a su casa para llamar la atención de su reluciente hija, fue a la ciudad, compró un hacha y cien pistolas. Al llegar simplemente acabó con el manzano, erigido en bastión de esperanza para aquellos infelices bastardos, y ante su insoportable desazón, él simplemente recomendó el fármaco más presto y eficaz: el abrazo a la muerte. Uno a uno, en fila, fueron tomando sus respectivas armas que don Antonio cargaba generosamente de dos balas, por si las moscas.

domingo, 8 de mayo de 2011

Milagro

De repente, este continuum se me ha hecho evidente, en un respiro calma toda incertidumbre y aprehendo la facticidad de éste, mi mundo dinámico. Aunque regido por la obsolescencia y el abismo sin dios, te aprecio en tus contornos, sabores y aromas. Te tomo en mis brazos cual pequeña criatura, hemos sido lo que somos durante tanto tiempo, y hoy recién te reconozco, hermano, en mi encarnación disconforme. Sin embargo, creo haber sabido de vos antes... uno sabe, olvida, después recuerda; el sueño es profundo pero el arquetipo sobrevive a todo estruendo. Es así el continuum, incosciente, certero, eterno, como el río mismo. 
Un día cambiaré mis aguas, cuando las piedras se hayan desgastado, como las manos de otra vida.

lunes, 2 de mayo de 2011

Dear Bob

Desdeña todo acto de bondad y arrastra sus pies cual signo de impiedad trémula. Parece no temerle a los escarmientos, a las guerras ni a los ancianos lastimeros que aguardan al fondo de los cajones... futuros cercanos para él no existen. Tañe la guitarra y de los vestibulos sale un millar de monstruos, informes, mascullando en idiomas varios, adhiriendo a ideologias ácratas, feroces, violentas. Se enfada con ellos, los recoge tomándolos de la nuca cual cachorros hambrientos y los introduce en su cabeza, tararea, en su belleza diezma el más tortuoso lamento, hasta Orfeo calla y oye, hasta las sirenas cesan el movimiento de sus colas marinas y oyen, el todo se detiene y oye.

Décadas pasan y aún oyen. Perdurabilidad no le cabe, sólo eternidad. 

domingo, 1 de mayo de 2011

Shadow of a Doubt

Y uno espera que hacia el final, cuando el contrapicado lo anuncia directamente a él, allí, sospechoso sobre, quizá, el décimo escalón, y su mirada fluyendo río abajo, desbordada de ira acusando el reloj y el maltrato, y los susurros y el incesto, todo concluya en un crimen ominoso, y la cámara se apague en el instante preciso, justo cuando el develar sería pecado y el ocultar un delirio de placer. Y como quien filmó aquella duda no fui yo, delego la esperanza a la tumba de un genio.

sábado, 30 de abril de 2011

Bla Bla


En tiempos de creer, tiempos de furia, y viceversa. En una lejanía plausible quedaban restos, no para hacer de ellos un todo, una rivalidad inmediata, sólo migajas desperdigadas de un espécimen contraído y rumiante. Por qué decir que otros tiempos eran mejores que aquellos en que a marcha lenta y vergonzosa dejaba morir sus días en un inacabable bostezo de liendres. Por qué argüir con niños molestos y sus corrientes tecnologías manuales cuando ya la cabeza hervía de entusiasmo bajo el peso de una concatenación de sonidos que se alternaban aleatoriamente hasta conformar castillitos sonoros sobre su cabello. Para qué malgastar letras, el genio ha dormido en otra época, se dice en hartazgos varios, estoy hecha un espanto, no quiero ya saber sin disfrutar ni  frustrar el intento de otros para qué sin saber cómo quitar este pie del precipicio en que me ha quedado y el otro a mitad de camino, desperdiciada en lamentos miles para llegar a esta triste sentencia espasmódica. Era antes cuando, pero no ahora a pesar de los ojos en nostalgia y la bebida en lata; era antes y no ahora, acaso ya no leo poemas ni por las noches ni por las tardes, ni en los túneles ni en los respiros; era antes cuando, no ahora, es tarde. Y si es como dicen, el hombre es producto de su tiempo, vengo fallada -de fábrica-.