sábado, 30 de abril de 2011

Bla Bla


En tiempos de creer, tiempos de furia, y viceversa. En una lejanía plausible quedaban restos, no para hacer de ellos un todo, una rivalidad inmediata, sólo migajas desperdigadas de un espécimen contraído y rumiante. Por qué decir que otros tiempos eran mejores que aquellos en que a marcha lenta y vergonzosa dejaba morir sus días en un inacabable bostezo de liendres. Por qué argüir con niños molestos y sus corrientes tecnologías manuales cuando ya la cabeza hervía de entusiasmo bajo el peso de una concatenación de sonidos que se alternaban aleatoriamente hasta conformar castillitos sonoros sobre su cabello. Para qué malgastar letras, el genio ha dormido en otra época, se dice en hartazgos varios, estoy hecha un espanto, no quiero ya saber sin disfrutar ni  frustrar el intento de otros para qué sin saber cómo quitar este pie del precipicio en que me ha quedado y el otro a mitad de camino, desperdiciada en lamentos miles para llegar a esta triste sentencia espasmódica. Era antes cuando, pero no ahora a pesar de los ojos en nostalgia y la bebida en lata; era antes y no ahora, acaso ya no leo poemas ni por las noches ni por las tardes, ni en los túneles ni en los respiros; era antes cuando, no ahora, es tarde. Y si es como dicen, el hombre es producto de su tiempo, vengo fallada -de fábrica-.

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